domingo, 27 de septiembre de 2015

PARTICIPACION DE LA MUJER

  1. PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA POLÍTICA:

El 11 de Septiembre de 2001, el vigésimo octavo período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), aprobó la Carta Democrática Interamericana, documento que representa el compromiso renovado de los Estados Miembros de fortalecer y consolidar la democracia en las Américas.
Cabe destacar que la Carta, en su artículo 28 estipula que uno de los elementos fundamentales para la promoción y ejercicio de la cultura democrática es la participación plena e igualitaria de la mujer en las estructuras políticas de sus respectivos países.
En este sentido, el Consejo Permanente, con la colaboración de la Unidad para la Promoción de la Democracia y la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, celebrará una sesión extraordinaria para analizar el tema de "La Participación de la Mujer en los Procesos Políticos" desde las perspectivas académica, política y de la sociedad civil.
Siguiendo los lineamientos del Artículo 28 de la Carta Democrática, se busca obtener una visión general sobre el papel actual de la mujer en la política y su impacto en el desarrollo democrático de las sociedades del hemisferio identificándose, asimismo, posibles estrategias orientadas a su plena participación.
 Panel I: La situación actual de la participación de la mujer en la democracia
Como declara el Consejo Interparlamentario ("Inter-Parliamentary Union") en su resolución sobre Mujeres y Poder Político (abril, 1992), "El concepto de la democracia sólo asumirá su verdadero y dinámico significado cuando las políticas y la legislación nacional sean decididas conjuntamente por hombres y mujeres, tomando en cuenta, de manera equitativa, los intereses y las aptitudes de ambos sectores de la población". Sin embargo, la representación de la mujer en las instituciones democráticas aún no ha alcanzado esta paridad en el hemisferio. Por ejemplo, según la información recibida de ese mismo organismo, hasta octubre del año 2002, en los congresos nacionales de las Américas, la representación de la mujer llega sólo a 17,6 por ciento. Esta cifra sitúa esta región como una de las regiones con la más alta representación de la mujer en los parlamentos, superada solamente por los países nórdicos. Por otra parte, lo esencial no es sólo el aspecto cuantitativo de su participación en la política, sino el impacto y el poder real que puedan tener. Igualmente preocupante es el continuo descenso en muchos países del hemisferio de la participación electoral de la mujer en las zonas rurales.
Este primer panel, que tendrá un enfoque primordialmente académico, ofrecerá un panorama general sobre los niveles actuales de representación de la mujer, tanto en cargos electos y de alta función pública como en las urnas. Asimismo, pretenderá identificar los obstáculos políticos, sistémicos (sistema electoral), económicos y culturales que explican tal fenómeno.
 Panel II: Logros y Desafíos para la Mujer en la Política
Un estudio del Diálogo Interamericano de agosto del 2000, señala que la afiliación de mujeres en los partidos políticos de América Latina oscila entre el 30 y 40 por ciento, y según un informe de julio del 2001 de esta misma organización, "sus intervenciones en los rangos de toma de decisiones son de tipo piramidal, es decir, van disminuyendo conforme se acerca al punto más alto." Sin embargo, el interés en cuanto a la participación de la mujer en los partidos políticos se ha venido incrementando, como lo reflejan los sistemas de cuotas y ramas partidarias femeninas, por ejemplo. Aunque falta mucho por hacer en este campo, no se deben ignorar los avances de los últimos años.
Este panel contará con la participación de distinguidas personalidades políticas del hemisferio quienes abordarán interrogantes como ¿Cuál es el protagonismo real de la mujer en el proceso democrático y en la toma de decisiones? ¿Cuáles son las lecciones aprendidas en términos de la participación de la mujer en la política? En particular, se profundizará en los obstáculos que todavía subsisten en las instituciones partidarias para asumir posiciones de liderazgo y ser candidatas a cargos de elección popular.
 Panel III: Promoviendo la plena e igualitaria participación de la mujer en la política
La sociedad civil organizada ha tenido un impacto importante en la evolución de las instituciones democráticas en general y, en particular, en el papel que ha desempeñado la mujer dentro de ellas.
Esta sección estará orientada hacia el análisis de los obstáculos que enfrenta la mujer en la esfera política, desde la perspectiva de la sociedad civil. De esta manera, se discutirán iniciativas concretas que están desarrollando asociaciones civiles comprometidas en incrementar la participación de la mujer en la política y se buscará, también, identificar algunas de las prácticas exitosas en materia de legislación, promoción, capacitación, reforma electoral, etc., impulsadas o realizadas a través de instituciones del estado y/o de la sociedad civil, que han contribuido a incrementar la presencia y el impacto de la mujer en la política en los países de la región.
 Comentaristas
Se invitará a representantes de la Unidad para la Promoción de la Democracia (UPD) y de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), a comentar brevemente sobre lo expuesto por los panelistas, en lo que concierne al tema de la consolidación y la promoción de la democracia. A través del debate se buscará identificar estrategias para los países del sistema interamericano, encaminadas a apoyar una mayor y más efectiva participación de la mujer en los sistemas políticos democráticos del hemisferio.


PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LO SOCIAL:

Se ha demostrado que a través de los cambios que genera la educación, las mujeres pueden transitar hacia un proceso de participación social que le permite acceder a un mayor y progresivo empoderamiento (Carama, 2000).

Uno de los factores decisivos para combatir la desigualdad y la subordinación femenina, es la posibilidad de acceder al conocimiento. Es mi criterio que existe una estrecha relación entre alfabetización, nivel de educación y posibilidad de participación de las mujeres: mientras más nivel escolar tengan las mujeres, mayor será su posibilidad de acceso a un empleo mejor remunerado, mayores sus posibilidades de preservar su salud y la de sus hijos e hijas y de una mayor participación en la toma de decisiones tanto a nivel social como privado. 

La educación general y la educación superior han estado entre los objetivos priorizados de la sociedad cubana desde 1959. A partir de esta fecha, las mujeres se incorporan como beneficiarias y protagonistas al proceso educacional promovido en el país para toda la población.

Desde sus inicios las políticas sociales trazadas establecieron las bases para lograr la participación e integración social femenina. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) ha desarrollado una importante labor en el reconocimiento y difusión de estos resultados, y ha contribuido al nexo entre el entorno cultural, la educación y el género en Cuba. La mujer ha sido receptora de las políticas sociales aplicadas a toda la población, y de las diseñadas especialmente para ella, como beneficiaria especial y protagonista esencial de los cambios establecidos.

Antes del año 1959 las mujeres representaban sólo el 12% del total de la fuerza de trabajo del país. En la década de los 60, se produce un importante proceso de recalificación de las mujeres, y una acumulación de conocimientos de amplia gama que contribuyen a su participación social. Así fueron los cursos para aprender a coser, convocados por la FMC, que actuaron como pivotes de reinserción social y extensionismo cultural para las jóvenes campesinas que lo recibieron. También la FMC organizó escuelas para recalificar a antiguas domésticas, personal femenino de servicios, campesinas y ex-prostitutas.

Durante la Campaña de Alfabetización, en 1961, las mujeres fueron el 55% de los alfabetizados, y el 59% de los alfabetizadores. Este proceso significó, además, una dialéctica de interacción generacional entre los alfabetizadores y sus familiares. Desde 1990 la población cubana posee un nivel promedio de escolaridad de 9no. Grado.

En forma acelerada la mujer alcanza una recalificación que le otorga la potencialidad de la participación con grandes posibilidades de equidad. Su incorporación al tercer nivel de la enseñanza ocurre en forma ascendente y cualitativamente diferenciado, al acceder a las carreras tradicionalmente clasificadas como masculinas. Son el 62 % del total de la población estudiantil en el curso 2002 – 2003. De las nuevas áreas del conocimiento que se estudian en el país ella son más del 50% en seis de ellas. En cuanto a las egresadas, en el curso 2001 - 2002 se reporta que del total de egresados de Educación Superior, el 64,7% fueron mujeres (MES, 2004). La crisis que sufre el país en los noventa no cambia sustancialmente ésta situación.

Importante papel reviste la presencia de las mujeres en el total del personal docente, tanto en la educación en general como en la educación superior en particular. Ellas son más del 46% del profesorado del tercer nivel, el más alto de América Latina (Valdés, 1995), contribuyendo así a la formación de las nuevas generaciones y a la preparación de la fuerza de trabajo calificada de nivel superior del país.

Hoy día, algunas cifras bastan para aquilatar las profundas transformaciones sociales que acompañan el progresivo empoderamiento femenino en Cuba. Las mujeres son en la actualidad el 44% de la fuerza laboral, el 50% de la población ocupada con nivel superior, 65% de los profesionales y técnicos, el 60% de los maestros y profesores, el 50% de la fuerza laboral vinculada a la ciencia e innovación tecnológica y el 35% de los parlamentarios (ONE, 2004).

Los cambios ocurridos son importantes tanto cuantitativa como cualitativa mente. La intensidad de los cambios es impresionante, pero a veces por cotidiano, no se valora en toda su magnitud el proceso transformador que ha permitido la integración de las mujeres.

No obstante, aún existen obstáculos para la plena integración social de las mujeres relacionados con el poder y la participación de las mujeres en diferentes ámbitos de la vida social y privada.


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